Me gustaría hablaros de una de las películas que más me han gustado recientemente. Aunque lo que de verdad quiero es que la veáis. Es la historia de Olmo y Manuela. Dos adolescentes perdidamente enamorados. Dos treintañeros que se reencuentran y que buscan el tiempo perdido. Es La reconquista, la nueva película de Jonás Trueba, que ya dirigió Todas las canciones hablan de mí, (2010), Los ilusos (2013) y Los exiliados románticos (2015). Y creo que todavía puedes encontrarla en la cartelera española. Así que aprovecha.

Hago cine para descubrir el cine que me gusta hacer; el que me puedo permitir, y también para ser consciente de mi lugar y mis circunstancias. Evito escribir los guiones de la forma indicada por los profesionales porque tengo miedo de pasar demasiado tiempo conmigo mismo. Prefiero ir contándolo a viva voz, a los amigos, a las personas que conforman el equipo y al que se preste a echar una mano. A veces eso puede traer problemas: los hipotéticos inversores rara vez confían en un proyecto que flota en el aire sin llegar a reposar en sus manos. A cambio, nos vemos obligados a elevar nuestros niveles de confianza, entre nosotros, los responsables de la película, pero también con los espectadores.

Jonás Trueba

La reconquista habla sobre el reencuentro de un antiguo amor, y lo hace con una sencillez y una cercanía que parece que estés viendo la vida de dos personas reales a través de la pantalla. Cuando Olmo y Manuela vuelven a encontrarse algo se vuelve a despertar entre ellos, algo que pensaban que ya había desaparecido. Y vemos su encuentro a lo largo de esa noche como espías que se cuelan en su vida. También los conocemos en su adolescencia, cuando descubren su gran amor con quince años, y a través de sus cartas descubrimos qué les pasa por la cabeza.

La música es fundamental en esta historia, tanto que sobre ella recae una parte de la narración. Rafael Berrio es el encargado de la banda sonora de la película.  Para ella ha compuesto Arcadia en flor, pero también suenan otras de sus canciones, como Somos siempre principiantes o Quién lo impide. La voz de Rafael Berrio contrasta con la historia de inocente amor quinceañero.

En definitiva, es el tipo de películas que a mí me encanta disfrutar. Que no cuentan grandes historias, que podrían ser reales, con la música como elemento imprescindible, con actuaciones naturales y diálogos que son poesía.

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